martes, 6 de octubre de 2020

LATÍN I: REFLEXIONANDO SOBRE LOS PRONOMBRES PERSONALES


Por aquí siempre hemos sido aficionadas al whodunit (contracción de who has done it? o, en román paladino, ¿quién lo hizo?), un subgénero muy británico de la novela detectivesca en la que la narrativa se pone al servicio del desarrollo y resolución de un enigma: ¿quién lo hizo y cómo? Como en el Cluedo, vaya. Muy frecuentemente estas historias se cierran con un encuentro del sabueso o detective (Poirot y Miss Marple de Agatha Christie, la Sra. Fletcher de Se ha escrito un crimen) y todos los sospechosos. Aquí os dejo una muestra sacada del clásico entre los clásicos, Asesinato en el Orient Express (Sidney Lumet, 1974).



Dejad volar vuestra imaginación y pensad en una escena similar y en tres posibles soluciones:


A) El detective desarrolla una compleja e intrincada teoría y acaba diciendo –en un giro de guion espectacular pero posible- “Yo lo hice”.


B) El detective desarrolla una compleja e intrincada teoría y acaba diciéndole al último sospechoso al que se dirigió: “ lo hiciste” o “Vd. lo hizo”.


C) El detective desarrolla una compleja e intrincada teoría y acaba diciendo al aire y con las manos en los bolsillos del gabán: “Él lo hizo”.
Hay una diferencia fundamental entre los casos A) y B), por un lado, y C) por otro. En A)  y B) las palabras del detective transmiten información, más o menos sorprendente, pero información. Y nosotros, lectores, vemos satisfecha nuestra necesidad de saber y damos por bien empleado el tiempo que hemos dedicado a la ficción. Pero ¿qué ocurre en C)? Volved a imaginar la escena. La reacción más usual a C) será la de desconcierto. ¿Quién? ¿Quién lo hizo? O, como dice la canción, “Y ¿quién es él?”

Pues bien, esto se debe a la diferente naturaleza de las personas gramaticales. “Yo”, “tú”, “él” son pronombres personales y se relacionan respectivamente con las personas gramaticales: primera, segunda y tercera. Como bien sabéis, las personas gramaticales identifican a los participantes en el acto de habla. La primera persona (“yo”) es el hablante, la segunda persona (“tú”) es el oyente y siempre están identificadas. En una confesión “yo lo hice” o acusación “tú lo hiciste”, nadie tendrá dudas de quién es el culpable. Pero en un eventual “Él lo hizo”, si no hay contexto que permita identificar ese “él” (e. gr. “Allí estaba el mayordomo. Él lo hizo.” Él = mayordomo) nos quedamos como estábamos. Y ello se debe a que la tercera persona (“él, ella”), es aquello de quien se habla y aquello de quien se habla o se puede hablar, mis pequeños saltamontes, es EL MUNDO. Hace falta precisar. Por esto nos encontramos con relativa frecuencia con frases sin sujeto con el verbo en primera y segunda persona –solo es posible que el sujeto sea “yo” o “tú”, así que no hay problema si se omite- pero muy raramente se omite el sujeto si el verbo está en tercera persona.

Reflexionad sobre todo esto y preguntad lo que no entendáis porque aquí están las claves para entender los pronombres personales del latín y el reflexivo se. Sobre ello seguiremos hablando en la próxima entrada.

Y, por supuesto, si tenéis ocasión, recuperad algún clásico del whodunit o, si se tercia, jugad una partida de Cluedo.


 

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