Una de las preguntas que más me
han hecho a lo largo de mi carrera como profesora es la de “y ahora que ya
sabemos las cinco declinaciones, ¿qué vamos hacer?” El latín, pequeños
saltamontes, es mucho más que el aprendizaje de las diferentes desinencias
casuales pero es que, además, ni siquiera hemos terminado. Conocemos las cinco
declinaciones –aunque seguro que la 4ª y la 5ª agradecen un repaso- pero, entre
otras muchas cosas, ¡nos faltan los pronombres!
Empecemos, como siempre, por el
principio. ¿Qué es un pronombre? Como su nombre latino indica, es la palabra
que aparece pro nomine, ‘en lugar del
nombre’. De hecho, esa es la definición que recordaréis –o no- de vuestras
clases de Lengua. El pronombre sustituye
al nombre y el determinante lo acompaña. De esta manera, en la oración
“Quiero esas botas rojas del escaparate”
“esas” sería un determinante
que acompaña a “botas”, un T. Ady. más –o CN, en honor de nuestro querido
Agapito-. Sin embargo, en el caso de que la dependienta se confunda y coja
otras, le diremos algo así como
“No, no, quiero esas”.
En esta segunda oración “esas”
funciona de CD (= las quiero), que es una función sintáctica propia del nombre.
Ya no acompaña al nombre sino que lo sustituye.
Pues
bien, la gramática tradicional del latín tiende a usar el término pronombre
indistintamente tanto cuando acompaña como cuando sustituye. En latín, como en griego,
y como en castellano, hay diferentes clases de pronombres que se distinguen por
su forma y por su significado:
- personales y posesivos- demostrativos- fóricos- indefinidos- numerales
Trataremos de cada tipo por
separado según los vayamos necesitando para trabajar sobre los textos y los
primeros de los que nos ocuparemos serán los DEMOSTRATIVOS.
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