lunes, 26 de abril de 2021

¿PARA QUÉ ESTUDIAR LATÍN Y GRIEGO?

 

Vídeo elaborado por NURIA VÍZCAÍNO.

Ahora que llega el tiempo de las prematrículas y de preguntarse qué elegir el próximo curso, aquí os dejo este magnífico vídeo elaborado por Nuria Vizcaíno, amiga del Nocturno del Feijoo, con Míriam González Blanco, antigua alumna nuestra, como estrella invitada. 

¡Cuánto talento!

 

GEOGRAFÍA INFERNAL (III): ALCESTIS Y ADMETO



Tradujimos el otro día una frase sobre la peculiar historia de Alcestis y Admeto y aquí os la dejo para que la repaséis. Cuenta el mito que, tras lograr Admeto la mano de Alcestis, no hizo el preceptivo sacrificio de agradecimiento a Ártemis y esta, encolerizada, llenó de serpientes la habitación nupcial. Apolo prometió aplacar a su hermana y le concedió, además, a Admeto, el privilegio de que no muriese el día designado por los Hados, siempre que encontrara alguien que muriese en su lugar.
Cuenta Eurípides en su drama satírico Alcestis que Admeto intentó en vano que un mendigo o sus ancianos padres murieran en su lugar. Solo Alcestis, su amante esposa, consintió en descender al Hades en su lugar. Sucedió, no obstante, que visitó entonces Heracles el palacio de Admeto y al advertir las señales de duelo y averiguar lo ocurrido con Alcestis, descendió a los infiernos y regresó con ella, más hermosa que nunca. Según otra versión, habría sido la misma Perséfone quien, admirada del sacrificio de la joven, la devolvió espontáneamente a la luz.

viernes, 23 de abril de 2021

CRISIS Y FINAL DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE


El Imperio Romano no se agotó con la muerte de Nerón, sino que siguieron después otras dinastías como la Flavia, la Antonina o la Severa. No profundizaremos aquí en los distintos emperadores que las integraron. Nos limitaremos a decir que, con frecuencia, los emperadores tuvieron un final violento y que se produjeron guerras civiles. Señalamos, eso sí, algunos hitos fundamentales que debéis conocer:

- A Marco Aurelio, “el emperador filósofo” (161-180), se le multiplicaron los problemas durante su mandato, pues tuvo que hacer frente a agresiones externas en Siria y, sobre todo, de parte de los pueblos germánicos, así como a la peste y a una crisis económica provocada por una mala cosecha. De hecho, y de modo un tanto paradójico dado su carácter reflexivo, el mandato de Marco Aurelio suele señalarse como el principio del fin. 


- Caracalla (212), además de construir unas famosas termas, le concedió la ciudadanía romana a todos los ciudadanos libres del Imperio.


- La llegada de Diocleciano (284-305) y su reorganización del Imperio (se estableció una tetrarquía que suponía el reparto de las tareas administrativas entre dos Augustos y dos Césares) trajo consigo cierto restablecimiento del orden en el interior y en las fronteras. Diocleciano fue, asimismo, célebre por su persecución de los cristianos, pues este culto era incompatible con el paganismo y la adoración al emperador.

- La política de Constantino siguió las grandes líneas de la de Diocleciano, excepto en un punto esencial: el cristianismo. Constantino creyó oportuno asegurarse el apoyo de los cristianos para gobernar y en el Edicto de Milán (313) proclamó la libertad de religión y devolvió a las iglesias cristianas los bienes confiscados.

- Puesto que en Roma las tradiciones paganas estaban muy enraizadas, Constantino fundó -sobre la ya existente Bizancio- Constantinopla y trasladó la capital al Este. La inauguración de la ciudad tuvo lugar en el 330.

- El reconocimiento del Cristianismo como religión oficial del Imperio y la supresión oficial del paganismo no se produjo hasta el 391, bajo el emperador Teodosio. Como ejemplos de esta supresión pueden señalarse que se apagó el fuego de las vestales y se celebraron los últimos Juegos Olímpicos de la Antigüedad.

- A la muerte de Teodosio (395), el Imperio se dividió entre sus dos hijos: a Honorio le correspondió Occidente y a Arcadio Oriente.

- Los bárbaros, conscientes de la debilidad del Imperio, atacaron las defensas romanas. Constantinopla aún resistiría durante siglos a diferentes agresiones. Por el contrario, Roma vivió una agonía de ochenta años. El último emperador del Imperio romano de Occidente fue Rómulo Augústulo. Depuesto este en el 476 d. C., Odoacro fue proclamado rey de Italia por sus tropas, ya no emperador. El Imperio Romano estaba en manos de numerosos poderes regionales bárbaros.

lunes, 19 de abril de 2021

GEOGRAFÍA INFERNAL (II): ORFEO Y EURÍDICE


Continuamos con nuestro viaje –por suerte, virtual- por el inframundo grecolatino, con una de las más célebres historias de amor de la Antigüedad que, cómo no, lo es también de muerte. Es la historia de Orfeo y Eurídice y del intento desesperado del primero por rescatar a la segunda.
Era Orfeo un poeta tracio, hijo de la musa Calíope, que con su música y su canto amansaba a las más salvajes fieras. Cuentan Virgilio y Ovidio que un día, su esposa Eurídice, una bella ninfa, corría para escapar del acoso de un sátiro y pisó por accidente a una serpiente que, encolerizada, la mordió. Murió Eurídice antes de tiempo y su esposo Orfeo, armado tan solo con su lira y con su voz, descendió a los Infiernos empeñado en recuperarla.
Se encontró Orfeo a Caronte, el viejo y tacaño barquero, y tan solo con su música, sin pagar peaje alguno, lo convenció para que lo llevara al otro lado de la laguna Estigia. Allí lo esperaba el horroroso Cerbero, el perro de Hades, que vigilaba la entrada y, sobre todo, la salida de los Infiernos. Tenía tres cabezas de perro, su cola era una venenosísima serpiente y salpicaban su dorso innumerables cabezas de reptil. Orfeo solo necesitó unos pocos tañidos de su lira para volver a Cerbero tan manso e inofensivo como un caniche. Se dirigió entonces al palacio de Hades y Perséfone –era invierno por entonces y la hija de Deméter cumplía con sus obligaciones como esposa- y, a su paso, todas las almas que en el Infierno penaban se olvidaban por un momento de sus tormentos y creían haber alcanzado, al fin, la paz. Convenció, por último, con su canto al inconmovible matrimonio infernal, a Hades y Perséfone, que, hechizados por él, o tal vez no, impusieron tan solo una condición al regreso de Eurídice: esta podría volver con Orfeo al mundo de los vivos, si y solo si él marchaba en cabeza todo el camino y no se volvía a mirar a su esposa hasta que ambos estuvieran a salvo bajo la luz del sol. Extraña condición, es cierto, y muy difícil de cumplir. Pues ¿cómo podría Orfeo estar seguro de que su esposa lo seguía de veras y de que no había sido burlado por el malvado Hades?
En cualquier caso, aceptó. Al fin y al cabo, nadie dijo que los dioses les pusieran las cosas fáciles a los mortales. Ambos se pusieron en marcha según lo convenido. Él en cabeza, cantando y tocando alegremente, pues volvían por fin a casa, y ella a su espalda, unos cuantos pasos por detrás. En el último momento, sin embargo, Orfeo comenzó a temer: ¿tan grande era el poder de su lira? ¿no estarían Hades y Perséfone riéndose a su costa y Eurídice aún sufriendo los tormentos infernales? Y cuando ya empezaba a vislumbrarse la luz y a punto estaban los enamorados de demostrar que el amor, como dijo Quevedo, es, en efecto, más poderoso que la muerte, Orfeo se olvidó de la prohibición, se volvió para mirar a Eurídice y esta se desvaneció al momento para siempre. 
Triste, ¿verdad? Pues aún empeora. Orfeo no se recuperó jamás de la pérdida y vagó hasta el fin de sus días como un alma en pena, fiel a la memoria de su esposa. De hecho, un grupo de ménades o mujeres furiosas le dieron muerte, celosas del fantasma de Eurídice. Le cortaron la cabeza, despedazaron su cadáver y arrojaron los trozos al río. Las Musas recogieron sus pedazos y los enterraron al pie del monte Olimpo. Cuentan que, desde entonces, los ruiseñores cantan allí más dulcemente que en ningún otro lugar. Y este fue el trágico final de Orfeo, el poeta enamorado que desafió a la muerte. ¿Esperabais un final feliz? De veras lo siento. Nadie dijo que la vida fuera justa. Tan solo es más justa que la muerte... a veces.

GEOGRAFÍA INFERNAL (I): EL RAPTO DE PERSÉFONE

Mencionamos ya en varias ocasiones, creo, que los Infiernos no tienen en la mitología clásica la connotación negativa que tienen para nosotros por obra y gracia de la tradición cristiana. Me explico. Resultaban temibles porque allí habitaba Hades, el dios de los muertos, y porque, como ahora, la muerte no era una perspectiva muy atractiva. Sin embargo, en los Infiernos estaban tanto los justos como los malvados. Infierno significaba, simplemente, “lo que está debajo”.
Dos de los mitos más célebres relacionados con el inframundo son el rapto de Perséfone y la trágica historia de Orfeo y Eurídice. Vamos hoy con el primero.
Hades, el Plutón latino, recibía también el nombre eufemístico del “invisible” por parte de aquellos que temían atraerlo, al pronunciar su nombre. Reinaba sobre los muertos de manera cruel y despiadada junto con su esposa Perséfone, la Proserpina de los latinos. Hubo un tiempo, sin embargo, en que Perséfone habitaba entre los vivos como una alegre muchacha. Tan alegre era, de hecho, que su malvado tío Hades -¡sí, su tío!- se enamoró de ella y la raptó para que reinara junto a él en los Infiernos. Su madre Deméter, diosa de la tierra, los cereales y la agricultura, la buscó en vano durante nueve días, mas, al llegar el décimo, escuchó el rumor de que Perséfone había sido raptada por Hades. Decidió entonces, furiosa, no regresar al Olimpo. Adoptó la forma de una anciana y se sentó en una piedra a lamentarse. En su ausencia, la tierra dejó de dar fruto y los hombres y animales comenzaron a morir de hambre. Ese habría sido ciertamente nuestro final, si no hubieran intervenido los dioses.
Zeus envió a Hermes, su mensajero, en busca de Deméter, pero ella se negó a retomar sus labores si no recuperaba a su hija. Acudió entonces Hermes al Infierno y allí intentó que Hades devolviera a la muchacha. Sin embargo, tan malvado como astuto, Hades se las ingenió para que la muchacha comiera unos granos de granada. ¿Y qué? Me diréis. Resulta que, según una ley ancestral, todo aquel que hubiera probado la comida del inframundo, debía permanecer para siempre junto a los muertos. Perséfone estaba, pues, condenada. Y con ella la raza humana, pues ¿de qué se iban a alimentar los hombres si Deméter no permitía que las semillas germinasen? Se llegó entonces al salomónico acuerdo de que Perséfone pasara la mitad del año en la tierra y la otra mitad en los Infiernos. Pero esto vosotros ya lo sabéis, porque, cuando Perséfone se reúne con su madre en las estaciones que llamamos Primavera y Verano, todo cobra vida. Cuando, al contrario, es arrebatada de nuevo a los Infiernos junto a su esposo Hades, las hojas caen y el suelo se vuelve estéril. Se trata, claro está, del Otoño y el Invierno.
Este mito, que da explicación de la sucesión de las estaciones, es lo que se denomina mito etiológico, pues da cuenta de las causas (< αἰτία, “causa”).
En la próxima entrega nos ocuparemos de Orfeo y Eurídice pero no me resisto a dejar aquí un magnífico clip extraído de El sentido de la vida de los Monty Python, sobre lo que ocurre cuando la Muerte, “la de la guadaña”, se junta con los vivos. ¡Todo el mundo a reír!

martes, 6 de abril de 2021

EL IMPERIO (II): LA FAMILIA JULIO-CLAUDIA


El principado de Augusto trajo consigo el silencio del Foro y el fin de las libertades que habían caracterizado a la República. Es más, Augusto fue el primero de una serie de emperadores, los de la dinastía Julio-Claudia, que, con la excepción, quizá, de Claudio, actuaron de manera despótica, caprichosa y cruel. Tenemos noticia de buena parte de sus excentricidades gracias a Suetonio, el historiador romano, que en sus Vidas de los doce Césares, concede mucho espacio al cotilleo y la anécdota escabrosa.
 
Nos habla, por ejemplo, de las prácticas pederastas de Tiberio, el emperador que conquistó Germania, que se refería a los tiernos infantes de los que abusaba como “pececillos”.
 
De Calígula nos cuenta que alimentaba a los animales de los espectáculos circenses con criminales y que nombró cónsul a su caballo preferido, Incitatus.
 
Ni siquiera Claudio, emperador más prudente y erudito, y responsable de sonados triunfos en Britania, se libró de su maledicente pluma y aparece descrito como inválido, tartamudo, digno del desprecio de su familia y extravagante. Por cierto que su muerte, resultado de la ingesta de setas envenenadas en una maniobra orquestada por Agripina, la madre de Nerón, es uno de los episodios más célebres de la Historia de Roma.
 
Llegamos así a Nerón, último de la dinastía. Fue en sus comienzos, aconsejado por Séneca, un emperador comedido. Sin embargo, se volvió con el tiempo tan excéntrico como brutal. El cine lo ha inmortalizado con la cara de Peter Ustinov en la película Quo vadis? Aquí os dejo un clip de la misma, en la que comparte plano con Petronio, enigmático autor del Satiricón, sobre el que os hablaré, quizá, en otra ocasión. 


Atended, por favor, a su identificación -la de Nerón- con un dios olímpico y a su alusión a los rumores que lo presentan como matricida y uxoricida. ¿Qué significan estos términos? Añadidlos, por favor, al léxico de este tema y averiguad de dónde le venía tan terrible fama a Nerón, es decir, por qué se decía que era matricida y uxoricida.

jueves, 18 de marzo de 2021

LOS DIOSES OLÍMPICOS (IV): ATENEA, UN ENIGMÁTICO NACIMIENTO


Danny, un adolescente muy reservado, acaba de trasladarse con su familia a un pequeño pueblo del estado de Nueva York. Es la última de las incontables mudanzas a las que los Pope se han visto obligados. Y es que, durante los años 60, sus padres, Arthur y Annie Pope, hicieron saltar por los aires un laboratorio de napalm para mostrar su disconformidad con la guerra de Vietnam y han llevado desde entonces una vida de prófugos. Tal es el argumento de la magnífica y olvidada Un lugar en ninguna parte (Sidney Lumet, 1988), protagonizada por el malogrado River Phoenix. ¡Ay!
 
El caso es que a Danny le resulta, como es normal, muy difícil asentarse y hacer amigos, pues siempre debe estar alerta y no puede sincerarse por completo. A su amiga Lorna le extraña la reserva del recién llegado y así se lo hace notar en este clip, con ¡faltaría más! una nueva referencia a la cultura clásica.


“Podrías haber nacido de la cabeza de Zeus”, le dice. No es el caso de Danny, obviamente, pero sí el de una figura esencial de la mitología griega: Atenea. Cuenta el mito que Zeus había dejado embarazada a Metis. Sin embargo, cuando llegó hasta él la profecía de que uno de sus hijos conseguiría destronarlo, como él había hecho con Cronos, la devoró. El embarazo estaba tan, tan avanzado que Atenea siguió desarrollándose dentro de Zeus. Un día se despertó Zeus con fortísimos dolores de cabeza y, cuando le pidió a su hijo Hefesto que lo ayudara a acabar con su sufrimiento, este le abrió el cráneo. De la herida nació Atenea, ya adulta, armada con la equipación de los hoplitas.



Atenea era la diosa de la sabiduría, la inteligencia y también de ciertas facetas de la guerra. No son áreas de influencia propias del sexo femenino en una sociedad patriarcal y guerrera como la griega, por lo que se podría decir que Atenea es una anomalía, una peculiaridad. Se entiende mejor si atendemos al hecho de que, según el mito, en su nacimiento no interviene diosa ni mujer. Atenea nace de la cabeza de su padre.

LOS DIOSES OLÍMPICOS (III): ARES


¿Alguna vez has dicho de alguien que tenía un aire muy marcial? ¿Dedicas, quizá, tu tiempo libre a la práctica de las artes así llamadas, marciales? ¿Te has preguntado alguna vez cuál es el origen de tal adjetivo? "Marcial” tiene su origen en el adjetivo latino martialis, -e, a su vez derivado de Mars, Martis, el dios de la guerra.
Marte es el dios de la guerra romano, identificado con el Ares griego. Hijo de Zeus y de Hera (Júpiter y Juno en el mundo romano), se le representa con coraza y casco y armado de escudo, lanza y espada. La mayoría de mitos en los que interviene son mitos guerreros, aunque no siempre resulta vencedor. Con frecuencia, los griegos presentan su fuerza bruta contenida o burlada por la más astuta de Heracles o la prudencia de Atenea.
Se le relaciona con frecuencia con Afrodita, diosa del amor, que estaba casada con Hefesto, el dios cojo de la fragua. Relata Homero cómo un día Ares y Afrodita fueron sorprendidos por el Sol, que fue a contar la aventura a Hefesto. Este preparó una trampa, una red mágica. Una noche en la que los dos amantes estaban en el lecho de Afrodita, Hefesto cerró la red sobre ellos y llamó a todos los dioses del Olimpo.
 

 


LOS DIOSES OLÍMPICOS (II): POSEIDÓN


Poco después de prometerse a su novio Larry, Piper Chapman, neoyorquina de bien, ingresa en la prisión de mínima seguridad de Litchfield para cumplir quince meses de condena por un delito de su loca, loca juventud. Pronto descubre que, pese a las aparentemente enormes diferencias con el resto de internas, todas son, en último término, víctimas de sus propios errores y de decisiones equivocadas. Hablamos, claro está, de Orange is the new black, una comedia demoledora cuyas dos primeras temporadas –la tercera, no tanto- no deberíais perderos.
En el clip que podéis ver a continuación asistimos a uno de sus flash-backs característicos, que nos permite ver cómo se conocieron Red y Vee, fieras antagonistas durante la segunda temporada. Cuenta Red cómo organizó una red de contrabando cuyos tentáculos penetran incluso en el penal de Litchfield y cómo, una vez que ella entró en prisión, todo empezó a venirse abajo. Para empezar, ¿cómo un distribuidor de verdura va a llamarse Neptuno?

Neptuno, Poseidón en su advocación griega, era, en efecto, el dios del mar y su nombre, en consecuencia, era más adecuado para un distribuidor de pescado. Se presentaba habitualmente en carro de caballos, con cola de pez y portando su arma distintiva, el tridente. Con él agita los mares en las tormentas –que se lo digan a Odiseo- y las entrañas de la tierra en los terremotos. Es la personificación de las fuerzas elementales y violentas del mar y los terremotos.
Es el padre de buena parte de las criaturas monstruosas que poblaban los relatos míticos griegos: Pegaso, el caballo alado; Anteo, el gigante; Polifemo, el cíclope, etc.

LOS DIOSES OLÍMPICOS (I): ZEUS


Nueva York, un verano cualquiera de la década de los ’90. Un chiflado amenaza con hacer explotar una bomba si John –Bruce Willis- McLane, detective en horas bajas, no sigue sus instrucciones. Estas pasan por pasearse por Harlem, desnudo, con la única “protección” de un cartel que reza “odio a los negros”. Se salva del linchamiento colectivo gracias a la intervención de Zeus, Samuel L. Jackson, que responde como sigue al error que McLane comete con su nombre.
 

En efecto, Zeus, Júpiter para los romanos, se identifica habitualmente con el rayo. Fue el gran dios de las tormentas y el ordenador del cielo y la Tierra. Luchó contra su padre Cronos y los titanes para obtener el poder de los cielos y es el principal de los dioses del Olimpo. Desde su trono, armado con el rayo, vela por todo lo que ocurre.
Pasó su infancia en Creta, donde fue escondido por su madre Rea para evitar que fuera devorado por su padre Cronos. 
 
Saturno devorando a su hijo, Francisco de Goya  
 
Son también muy célebres sus amoríos con otras diosas y humanas. Los celos y vigilancia de su esposa Hera lo obligan a realizar pintorescas transformaciones: toro, cisne, lluvia de oro, etc. De todas estas uniones surgen seres diversos: las Musas (de su unión con Mnemósine, la Memoria), Perséfone (con Deméter), Atenea (con Metis, a la que se tragó, ya embarazada), Hefesto y Ares (con su esposa Hera), etc.