Tradujimos el otro día una frase sobre la peculiar historia de Alcestis y Admeto y aquí os la dejo para que la repaséis. Cuenta el mito
que, tras lograr Admeto la mano de Alcestis, no hizo el preceptivo sacrificio
de agradecimiento a Ártemis y esta, encolerizada, llenó de serpientes la
habitación nupcial. Apolo prometió aplacar a su hermana y le concedió, además,
a Admeto, el privilegio de que no muriese el día designado por los Hados,
siempre que encontrara alguien que muriese en su lugar.
Cuenta Eurípides en su drama satírico Alcestis que Admeto intentó en vano que
un mendigo o sus ancianos padres murieran en su lugar. Solo Alcestis, su amante
esposa, consintió en descender al Hades en su lugar. Sucedió, no obstante, que
visitó entonces Heracles el palacio de Admeto y al advertir las señales de
duelo y averiguar lo ocurrido con Alcestis, descendió a los infiernos y regresó
con ella, más hermosa que nunca. Según otra versión, habría sido la misma
Perséfone quien, admirada del sacrificio de la joven, la devolvió
espontáneamente a la luz.
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